IGLESIA
PARROQUIAL DE SAN MIGUEL
La fachada
El templo se levanta junto al río y forma
parte del conjunto arquitectónico de la Plaza
Mayor cuajada de casonas barrocas que realzan
su majestuosidad y belleza.
Se trata de una elegante obra barroca del
siglo XVIII, construida entre 1753 y 1766
con sillares de piedra arenisca extraídos
de las canteras de las inmediaciones.
En su realización, trabajó un grupo de canteros
formado por José de Ituño, Bautista de Olave
y Bernardino Ruiz de Azcárraga, maestros de
obras que supieron fundir en la Iglesia de
San Miguel varias ideas estéticas: por un
lado la fachada barroca de importación italiana
y por otro el remate de la torre, de estética
netamente autóctona.
Estamos, sin lugar a dudas, ante el edificio
dieciochesco más original y espectacular del
panorama del arte riojano de este siglo, sobre
todo por la forma tan singular de organizar
la fachada.
A pesar de que el juego de curvas ya se había
ensayado en la ermita del Santo Cristo de
Briones, su precedente más claro es la portada
de la iglesia de "San Carlo alle Quatro Fontane"
en Roma, realizada por Borromini en el siglo
XVII.
En efecto, el trazado de la fachada ondulante
de la Iglesia de San Miguel se planteó como
un juego de tres planos curvos, cóncavos los
laterales y convexo el central, enmarcados
por cuatro columnas que sostienen un frontón
curvilíneo formado por molduras de volutas.
De este modo, las superficies cóncavas y convexas
consiguen transmitir la sensación de movimiento
y dinamismo típicos de la estética barroca
que se prolonga en España a lo largo del siglo
XVIII. La torre
El esquema de la torre es como tantos otros
de la época, esto es, un cuerpo de sección
octogonal con columnas que se superpone a
otro de forma cuadrada y con un remate de
un capitel cuajado de pináculos.
Este modelo fue difundido en La Rioja por
los Raón en el último tercio del siglo XVII
que fue retocado y reelaborado por canteros
y maestros de obras a lo largo del siglo XVIII
y que se puede ver y admirar en la Iglesia
Parroquial de Haro, Briones, en la Catedral
de la Redonda de Logroño y en la de Santo
Domingo de la Calzada.
Sin embargo, en comparación con las anteriores,
el cuerpo octogonal de la torre de San Miguel
de Cuzcurrita que se superpone a la fachada
ondulante sigue jugando con curvas de planos
cóncavos. Por otro lado, frente a la recargada
ornamentación de las torres logroñesas o la
de Briones, la de Cuzcurrita se caracteriza
por la esbeltez y equilibrada decoración que
supone una gran innovación para la época y
que provocó un aumento en la altura de la
torre de la Catedral de Santo Domingo de la
Calzada. El interior - Los
retablos - El incendio de 1974
Las características barrocas del exterior
como el movimiento, las curvaturas de líneas
y superficies que pretendían impresionar y
dejar boquiabierto al espectador da paso a
un estático interior que también resulta singular
en sus planteamientos arquitectónicos por
las soluciones que ofrece al espacio creado.
La estructura interior tiene forma de planta
longitudinal con cabecera, crucero, tres naves
y coro altoa los pies. Entre los contrafuertes
hay unas capillas laterales comunicadas entre
sí, terminadas en 1769 por Domingo de Isasi.
Esta disposición de capillas bajas y pequeñas
es una solución utilizada en La Rioja desde
el siglo XVI, para ahorrar espacio porque
permitían otras devociones sin entorpecer
la liturgia de la nave central; a la vez que
se ganaba en luminosidad ya que estas capillas
de poca altura permitían la apertura de ventanas
que iluminaban las naves.
Continuando dentro de la Iglesia, el crucero
y cabecera adoptan la forma de un ochavo de
tres paños, apoyándose en pilastras toscanas
cruciformes y sobre las que cargan arcos de
medio punto.
Por lo que se refiere a las cubiertas, la
nave central utiliza la bóveda de arista,
las laterales son de lunetos, en las capillas
bajas se emplea la cubierta de cañón transversal,
mientras la cabecera se cubre con bóveda abocinada.
En el interior también tenemos la oportunidad
de admirar muchos elementos neoclásicos. Entre
éstos hay que destacar los retablos (relieves
de San Sebastián, San Roque, Las Marías, La
Virgen del Rosario, Santa Bárbara) realizados
por Miguel Antonio de Jáuregui, arquitecto
formado en la Academia de San Fernando que
revistió el interior del edificio con el nuevo
espíritu neoclásico propio de la época.
De todos los retablos del interior del templo,
destacaba el retablo mayor acabado en 1797.
Obra, también de Jáuregui que contó con la
colaboración del dorador Manuel de Alvarado,
vecino de Cuzcurrita. Este retablo adoptaba
la forma de un templete de dos grandes columnas
corintias que coronadas por un frontón albergaban
un medallón con la imagen de San Miguel. Detrás
de este relieve había una linterna que permitía
la entrada de la luz exterior y que rodeaba
San Miguel, creando de esta forma un efecto
óptico de juegos de luces muy barroco y teatral.
Aparte de estos retablos, la Iglesia contaba
con una sillería en el coro labrada por Manuel
de Alvaradoen 1782, un púlpito rococó y numerosos
ejemplos de escultura, pintura y orfebrería
de los siglos XVII y XIX, así como dos imágenes
marianas de Tironcillo y Sorejana, góticas
del siglo XIV.
En este apartado hay que señalar el incendio
ocurrido en 1974 que provocó el derrumbe de
las cubiertas del crucero y de la cabecera.
Además de eso, destruyó el coro alto con la
sillería y el órgano, el presbiterio con el
retablo mayor y la imagen gótica de Nuestra
Señora de Tironcillo.
Después del incendio, la cabecera y el crucero
fueron reconstruidos y recientemente se han
restaurados los retablos neoclásicos de Jáuregui
con lo que podemos contemplar, de nuevo, los
mármoles y jaspes de este autor.
Por último, es cierto que se ha hecho mucho
por la reconstrucción del templo (nuevo enlosado,
calefacción, retablos neoclásicos, nuevas
bancas), sin embargo queda pendiente, y todos
lo sabemos, la desnudez de la cabecera que
habría que cubrir o completar de alguna forma
bien siendo originales o bien manteniendo
la serenidad neoclásica del templo.
Sacristías
Una vez más, cronologías distintas y estilos
diferentes en las dos sacristías adosadas
a la cabecera.
La sacristía vieja es de 1642 y pertenece
al primer barroco riojano con reminiscencias
góticas en los nervios terceteles de la cubierta.
La sacristía nueva es obra neoclásica de planta
circular coronada por una cúpula admirable,
construida en 1800 por Bautista Olave. En
el interior, destacan los lienzos italianos
del siglo XVII y un relieve de Piedad de mediados
del siglo XVI manierista dentro de una urna
rococó. Relieve de la última
cena
Adquirido en 1716, se trata de una composición
hispano - flamenca (finales del siglo XV)
muy bella. Esta obra está emparentada claramente
con otra similar salida del taller de Gil
de Siloé guardada en la Cartuja de Miraflores
(Burgos).
El agrupamiento de los personajes y la disposición
de la figura de la Magdalena, son algunas
características que nos remiten a Burgos.
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Iglesia |
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Iglesia
desde el parque |
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San Roque |
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Crucifixion |
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Retablo
viejo |
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